El pueblo de Sleepy Hollow estaba bajo un hechizo adormecedor; la gente que vivía ahí caminaba soñolienta y era propensa a tener visiones y sueños extraños. Por todo el pueblo existían lugares encantados y supersticiones.
Entre todas estas fantasías, había un espectro que sobresalía de todos los demás. Un soldado que por las noches cabalgaba velozmente, asustando a los lugareños con sólo el galopar de su caballo. Iba de un lugar a otro buscando algo importante: su cabeza.
Irving Washington, escritor estadounidense del siglo XIX, narra esta y otras historias marcadas por la sátira social, utilizando para ello los ingeniosos recursos del terror.