“El Metro lo es todo: vitrina, historia de México, jaula, carrocería, movimiento, cementerio,
descubrimiento, encuentro de enamorados, escenario de conciertos con piano para
karaoke, telón de teatro, sala de cine, hotel de paso, tumba del suicida. El Metro nos
precipita al fondo de la tierra, al fondo de la historia de nuestro país y de nosotros. Inquieta
a los arqueólogos: “Allá adentro está todo nuestro pasado, cuidado con hacerlo trizas”.
Cada excavación puede ser una puñalada en la espalda de Cuauhtémoc.
Beatriz Zalce de Guerriff unió el pasado con su presente tan entregado a los demás como
el que late en sus Historias del Metro, como si ella también fuera un vagoncito de metro
que avanza por los rieles del tiempo y lo hace a su modo, pian pianito. Entrevistó a
trabajadores, vagoneros, ‘usuarios’ como ella los llama, músicos, pintores, ingenieros,
arqueólogos, jefes de estación, todos ellos sumamente preocupados por nuestro presente,
nuestra historia y prehistoria, infinitamente más valiosa que el mamut visto de perfil en la
estación Talismán de la Línea 4”.