Esta historia surca intermitentemente entre una realidad difícil de sufrir y una imaginación espinosa de abordar. Las descripciones son verosímiles, admisibles. La crónica de los hechos es enteramente real, experimentados en carne propia por parte de los personajes. Es una historia recogida de un pasado reciente en el que los protagonistas transponen el mundo de los vivos y al mismo tiempo circundan y se elevan a un espacio donde la edad y la discrepancia no son elementos seculares.
En el ámbito de la cotidianidad el ser humano tiene severos encuentros con el subconsciente. Los individuos toman decisiones, acciones y pensamientos que tienen un filtro inescapable llamado conciencia, que es la capacidad de reconocer la diferencia entre el bien y el mal en la conducta humana.
Es justo en este espacio en donde la narración quiebra la cordura del lector, al percatarse de los poderes de la concentración mental, de la experiencia extracorporal y a su vez, de la proyección de la conciencia, permitiendo el desdoblamiento astral de los protagonistas y creando un escenario de duplicidad.
Esta es una novela tejida para el lector que no tiene limites en su imaginación.