Un hombre obligado a participar en una extravagante ceremonia de fertilidad. La ejecución de un académico por una falta lingüística imperdonable en el Imperio del Pueblo Bueno y Sabio. Una nave proveniente de Marte que regresa a la Tierra con un peligroso cargamento de heterosexuales. La incierta y peligrosa expedición emprendida por la jefa del Departamento de Compostaje Posthumano, su asistente cyborg y la robot R2Dta por las últimas selvas tropicales en busca de una fabulosa sustancia que elimina el machismo. O una crónica histórica del violento reino de Yucatán en 6335. En El camino de Wembra (y otras utopías feministas), Adrián Curiel Rivera se atreve a emprender una desopilante disección de algunos de los temas más polémicos del presente: los desastres ecológicos del antropoceno, las derivas radicales de lo políticamente correcto, la imposición del lenguaje incluyente y, por supuesto, el feminismo (o, más bien, los feminismos radicales). Con un lenguaje tan afilado como su humor, Curiel Rivera renueva la tradición satírica de Jonathan Swift o de Voltaire para poner de cabeza los pilares con los que se construye la educación sentimental de nuestro tiempo. Provocador, incendiario y sagaz, no teme darle la vuelta a ninguna moda o corriente de pensamiento actual porque el descarnado y brutal examen que emprende en esos relatos no deja de ser una arriesgada y feroz burla de sí mismo.